Ecología, gestión y protección de la fauna silvestre

25
Nov
2022

anguila

Autoría: Miguel Clavero Pineda; Científico titular CSIC, Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC)

Hay pocos animales que despierten una fascinación semejante a la de la anguila (Anguilla anguilla). Ese pez con cuerpo de serpiente, cubierto de una resbaladiza baba y con una sorprendentemente agilidad, casi imposible de asir, que pasea discretamente su fama de carroñera por los fondos oscuros. Ese que sirvió para pagar impuestos, alimentó a la fauna y las gentes de Europa y el norte de África y sustentó una de las pocas pesquerías comerciales de agua dulce de esta parte del mundo. Pero lo más intrigante ha sido siempre su origen. ¿De dónde salen?

Esta pregunta es el enigma de la anguila, que ha cautivado a naturalistas a lo largo de la historia. Aristóteles, Plinio, Aldrovandi y hasta Sigmund Freud se devanaron los sesos intentando explicar la mera existencia de unos animales que parecían no reproducirse. Cada uno aportó propuestas a cada cual más imaginativa, generación espontánea incluida.

El avance clave en la resolución del enigma se lo debemos al esfuerzo y empeño de Johannes Schmidt, que se embarcó durante los primeros años del siglo XX buscando el origen de las anguilas europeas.

Poco antes, a finales del siglo XIX, el italiano Giovanni Grassi había descubierto que unos pequeños y transparentes peces marinos con forma de hoja, conocidos como Leptocephalus brevirostris, eran en realidad formas juveniles de la anguila, a las que hoy llamamos larvas leptocéfalas.

Al aproximarse a las costas europeas las leptocéfalas se transforman en angulas, forma con la que penetran en los ríos y humedales. El hallazgo de Grassi dejó claro que las anguilas venían del mar. Pero el mar es muy grande.

En un primer momento se pensó en el Mediterráneo como lugar de reproducción de la anguila, pero Schmidt capturó larvas leptocéfalas en el Atlántico y observó que éstas se iban haciendo más escasas al adentrarse en el Mediterráneo. También se dio cuenta de que el tamaño de las larvas era variable y pensó que el área de origen de las anguilas sería en el que se hallaran las leptocéfalas más pequeñas.

Se embarcó en la titánica empresa de pescar leptocéfalas a lo largo y ancho del Atlántico Norte, anotando la posición y el tamaño de cada una de ellas, y buscando siempre las más pequeñas, cada vez más cerca de un área al este de Florida.

En 1923 publicó su trabajo y desde entonces decimos que las anguilas se reproducen en el mar de los Sargazos. Aunque resulte sorprendente, desde el trabajo de Schmidt hemos aprendido muy poco más sobre el área de reproducción de la anguila y su viaje hasta allá.

Nunca nadie ha capturado una anguila adulta (con órganos reproductores) en el mar, mucho menos en torno al mar de los Sargazos, donde tampoco se han detectado sus huevos fecundados.

El gran viaje de la anguila

Cuando el desarrollo tecnológico lo permitió diversos equipos instalaron emisores en anguilas próximas a iniciar su viaje, con la esperanza de que indicasen su área exacta de reproducción.

Así aprendimos cosas fascinantes del viaje de las anguilas. Por ejemplo, que no comen en todo su viaje marino de miles de kilómetros. O que en su constante nadar cambian de profundidad entre día y noche, con diferencias de más de mil metros.

Los animales marcados en Irlanda y Escandinavia siguieron la ruta prevista hacia los Sargazos. Lo mismo que hicieron los que salieron desde el sur de Francia, cruzando el estrecho de Gibraltar. Pero los emisores que marcaban todas esas rutas apenas se alejaron de las costas europeas.

Casi cien años después de la publicación del trabajo de Schmidt, un equipo internacional ha dado otro histórico paso en la resolución del enigma de la anguila.

Por primera vez se ha conseguido seguir el viaje de la anguila hasta su supuesta área de reproducción, que ha resultado coincidir con la propuesta por Schmidt en 1923.

Para ello se marcaron anguilas de las Islas Azores, el territorio más cercano a los Sargazos de toda el área de distribución de la especie. Estas anguilas se ahorran varios miles de kilómetros de viaje si las comparamos con las británicas, las danesas o las italianas, con lo que sería más probable seguirlas hasta su destino final. Y así fue. De las 26 anguilas marcadas, 5 se internaron en el mar de los Sargazos y una llegó justo al área de reproducción marcada por Schmidt.

Sin embargo, el enigma de la anguila no está resuelto. Hemos confirmado que las anguilas nadan hacia donde suponíamos que lo harían. Pero seguimos sin conocer el lugar exacto de reproducción, su profundidad, su separación del lugar en el que se reproduce su especie hermana (la anguila americana, Anguilla rostrata), cómo hacen para reproducirse allí y el aspecto que tienen las anguilas cuando, después de un larguísimo viaje, dedican las pocas energías que les queden para reproducirse, antes de morir.

Lo peor de todo es que puede que nos quedemos sin anguilas antes de acabar de desentrañar su enigma.

Un pez en peligro crítico de extinción

La anguila está inmersa en un colapso poblacional. Desde 1980 su abundancia se ha derrumbado más de un 95 % y hoy se la considera una especie en peligro crítico de extinción, el nivel máximo de amenaza. Nuestros abuelos no se lo habrían creído.

En la península ibérica la anguila ha perdido un 85 % del territorio que ocupaba históricamente, por el efecto barrera de los embalses. Hoy nos resulta exótico que la gente pescase anguilas en Palencia, Soria o Albacete, pero antes de la proliferación de embalses era habitual.

Cuando las presas sí permiten el paso de las anguilas aguas arriba el resultado puede ser aún peor, ya que el viaje aguas abajo a menudo supone atravesar turbinas de generación hidroeléctrica, con pocas posibilidades de supervivencia.

La pesca de la anguila es una industria centenaria, pero la explotación comercial es más reciente: la pesca de la angula en el Guadalquivir se inició en los años 70. Esto puede haber conducido a una severa sobreexplotación de la población.

La lucha para salvar a las anguilas

El Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES) propuso el pasado 3 de noviembre una veda absoluta para la anguila en todos los hábitats, todos los estadios de vida y para cualquier fin a partir de 2023.

Sería muy importante que instituciones regionales, estatales y europeas implementasen estrictamente estas moratorias.

La avidez de los mercados asiáticos por la anguila (tras el derrumbe de las especies locales) ha hecho que el comercio ilegal de anguilas europeas y americanas se parezca más, por sus enormes márgenes de beneficio y sus canales de distribución, al tráfico de drogas que a una actividad pesquera.

La facilidad del transporte de angulas en bolsas de plástico permite el desarrollo de esta actividad ilegal. Los análisis genéticos demuestran que la carne de anguila europea, cuya exportación está prohibida, es frecuente en comercios asiáticos. Desde oriente, a menudo hace el viaje de vuelta a Europa.

El trasiego internacional de anguilas ha facilitado además la difusión de parásitos que pueden dificultar el viaje a los Sargazos de los animales que aún quedan.

Por si fuera poco, invasiones biológicas incipientes suponen una amenaza adicional para la anguila. Resultan especialmente preocupantes las del siluro y la jaiba azul.

Conocer el enigma de la anguila y acabar de desvelar uno de los misterios más longevos de la historia natural es un objetivo precioso. Pero mucho más preciosa es la anguila en sí. Perderla sería perder un animal único, con un papel único en los ecosistemas que ocupa, además miles de años de fascinación, misterio, sustento y cultura humana. Es importante que no pase. Hay que intentarlo.

03
Nov
2022

jabalíes 1

Los científicos pronostican que, en tres años, el número de jabalíes en nuestro país podría llegar a duplicarse. ¿Podrán nuestros montes soportar tales densidades? Nuestros expertos buscan la respuesta.

En los últimos meses y años está aumentando el número de noticias relacionadas con avistamientos e incidentes con jabalíes (Sus scrofa) en lugares poco habituales. Existen referencias científicas que avalan cambios de comportamiento de una especie que cuenta con una elevada capacidad de adaptación que están provocando que cada vez se encuentren en espacios humanizados.

Estos cambios se relacionan además con la respuesta a otra de las preguntas que nos hemos planteado: ¿por qué en los últimos años se está produciendo un incremento notable en sus poblaciones en todo el continente europeo que, en algunos entornos, es casi exponencial? Y ahora, la más compleja de todas: ¿cuántos hay? Evidentemente, resulta complicado ofrecer una cifra de referencia, pero una reciente publicación científica del mes de marzo de este mismo año (Pascual-Rico et al, 2022), apunta a que en la Península Ibérica podríamos contar con una densidad media de 6,0 (±5,1) jabalíes por kilómetro cuadrado.

Teniendo en cuenta que España cuenta con, aproximadamente, medio millón de kilómetros cuadrados de superficie, podríamos estimar una población aproximada de jabalíes en nuestro país de alrededor de tres millones de ejemplares. Si consideramos que, dentro de la superficie total del país, en torno a un tercio de la misma incluye territorios no habitables, vías de comunicación, núcleos urbanos, accidentes geográficos… podríamos dar como cifra más cercana a la realidad la presencia de un millón de jabalíes en el territorio español.

Una cifra que se aproxima a las ofrecidas por centros de referencia como el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC-CSIC), por lo que podría acercarse mucho a la realidad. Además, el IREC ha advertido recientemente de que, a pesar de que se cazan unos 400.000 ejemplares al año, la población presenta una tendencia creciente y se estima que en 2025 podríamos alcanzar la cifra de dos millones. Estos datos indican que ya en el momento actual es una especie abundante o sobreabundante en buena parte del territorio español, por lo que, si alcanza la cifra estimada para el año 2025, los problemas asociados van a ser muy relevantes.

 ¿Qué consecuencias tiene una población tan abundante?

No son pocos los impactos de una población sobreabundante y creciente de jabalíes, desde diferentes puntos de vista. Impacto social asociado a la presencia de jabalíes en zonas habitadas supone un riesgo directo y creciente para las personas, hasta el punto de que podamos tener que lamentar algún incidente grave en los próximos meses.

Todo ello se agrava aún más por el desconocimiento creciente de la población urbana sobre el medio natural, hasta considerar a especies como el jabalí, como una simpática mascota, con un exceso de confianza que no debería ser asumido. En este punto tampoco debemos olvidar el incremento de accidentes de tráfico causados por especies silvestres, entre las que destaca el jabalí como uno de los protagonistas principales, con consecuencias muchas veces muy graves para los conductores.

El impacto ambiental se produce porque el jabalí es una especie que, como comentábamos, cuenta con escasos depredadores pero, por el contrario, puede llegar a ser muy voraz con otras, por su carácter omnívoro. Así, en zonas donde el jabalí abunda, otras como la perdiz roja, caen hasta casi desaparecer. No sólo ésta se ve afectada, también otras muchas aves nidificantes en suelo, algunas, como el propio urogallo cantábrico, al filo de la desaparición. También liebres y conejos se ven afectados. En cotos donde el jabalí aumenta es habitual que la caza menor sea cada vez más escasa. Además, provoca desequilibrios que acaban por desplazar a otras especies más débiles, como el corzo.

Daños económicos y sanitarios

Otra consecuencia importante es el impacto económico. Por un lado, de los efectos causados por los accidentes de tráfico que antes apuntábamos y, por otro, por el impacto en cultivos agrícolas donde es capaz de provocar pérdidas muy importantes cuando las densidades son elevadas. Por otro lado, aunque se la considera una especie resistente a las enfermedades cuenta con amenazas sanitarias muy relevantes.

En el norte y este de Europa la peste porcina africana está provocando un elevado impacto en sus poblaciones silvestres que en algunos territorios corren el riesgo de llegar al colapso. Pero, además, la presencia de esta enfermedad implica un elevado riesgo para las explotaciones ganaderas de porcino y supone restricciones al movimiento pecuario que generan importantes pérdidas económicas a los países afectados.

Por suerte, España es un país libre de peste porcina africana, pero es evidente que el crecimiento exponencial de sus poblaciones incrementan de forma directa el riesgo de aparición de brotes que podrían ser especialmente dramáticos teniendo en cuenta el impacto que podrían generar especialmente en el porcino ibérico criado en condiciones extensivas.

Por otro lado, contamos con la tuberculosis, donde el jabalí juega un papel fundamental en el mantenimiento de los ciclos silvestres de la enfermedad y compromete el estatus sanitario de la cabaña ganadera bovina, además de las repercusiones directas sobre la especie ya mencionadas. También podemos citar otras  como la enfermedad de Aujezsky o pseudorrabia que puede afectar a los perros provocando su muerte casi de forma irremediable o la triquinelosis, con una tendencia creciente de la mano del aumento de la densidad de las poblaciones.

La caza, la mejor gestión

Por la biología de la especie, la ausencia de depredadores y su gran capacidad de adaptación son escasos los recursos que existen para la gestión eficaz de la especie que, prácticamente, se basan en un aprovechamiento cinegético bien planificado y adaptado a las condiciones de cada territorio. Se han llevado a cabo intentos de control poblacional mediante tratamientos hormonales o captura y esterilización de ejemplares, sin embargo, su elevado coste y su eficacia limitada, además de los riesgos inherentes al uso de sustancias hormonales en el medio natural, hacen compleja su aplicación generalizada.

Diferentes autores avalan la caza como la herramienta más eficaz y casi única para el control de las poblaciones de jabalíes: los cazadores resultan aliados indispensables para conseguir ese control y mantener el equilibrio de los ecosistemas. A pesar de ello, son cada vez más las trabas administrativas y legales, que provocan incluso que los cazadores se planteen dejar de ejercer la actividad como, al cierre de esta edición, estamos viviendo en Cataluña. Lamentablemente, es probable que sólo de ese modo la población y, en especial, la urbana, se dé cuenta de la importancia de la caza como herramienta de gestión y aliada de la conservación del medio natural. ¡Estaremos atentos!

Jara y Sedal

19
Oct
2022

Science Daily thumb

Fecha: octubre 12, 2022

Fuente: Universidad de Washington

Resumen:

Un nuevo estudio muestra que perder un grupo particular de animales en peligro de extinción, aquellos que comen frutas y ayudan a dispersar las semillas de árboles y otras plantas, podría interrumpir gravemente las redes de dispersión de semillas en el Bosque Atlántico, un tramo cada vez menor de bosque tropical y un punto crítico de biodiversidad en la costa de Brasil.   

HISTORIA COMPLETA

Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Washington muestra que perder un grupo particular de animales en peligro de extinción, aquellos que comen frutas y ayudan a dispersar las semillas de árboles y otras plantas, podría interrumpir gravemente las redes de dispersión de semillas en el Bosque Atlántico, un tramo cada vez menor de bosque tropical y un punto crítico de biodiversidad en la costa de Brasil.

Los hallazgos, publicados el 12 de octubre en Proceedings of the Royal Society B, indican que un gran número de especies de plantas en el Bosque Atlántico actual dependen de frugívoros en peligro de extinción, el término científico para los animales que comen principalmente frutas, para ayudar a dispersar sus semillas por todo el bosque. Como resultado, perder a esos frugívoros en peligro de extinción dejaría a una alta proporción de plantas sin un medio efectivo para dispersarse y regenerarse, poniendo en peligro estas plantas, reduciendo la diversidad en el Bosque Atlántico y paralizando partes críticas de este ecosistema.

"Los bosques tropicales contienen esta increíble diversidad de árboles", dijo la autora principal Therese Lamperty, investigadora postdoctoral de la Universidad de Washington en biología. "Uno de los principales procesos que utilizan los bosques para mantener esta diversidad es la dispersión. Si no estás disperso, estás en una multitud de árboles que son como tú, todos compitiendo por los recursos. Y hay muchos enemigos de las plantas que ya están en el área o que pueden ser fácilmente reclutados, como animales dañinos o enfermedades de las plantas. Tus posibilidades de supervivencia son mayores cuando te transportan lejos de tu árbol madre a un área sin árboles como tú".

El Bosque Atlántico, que se encuentra al este de las selvas tropicales de la cuenca del Amazonas, una vez abarcó un área dos veces el tamaño de Texas. Alrededor del 85% de ella se ha perdido a lo largo de los siglos debido a la deforestación, el desarrollo industrial y la urbanización en el este de Brasil, según The Nature Conservancy. El bosque es el hogar de una variedad de frugívoros, desde primates hasta aves, que dispersan las semillas regurgitándolas o excretándolas. Las semillas de algunas especies de plantas ni siquiera pueden germinar hasta que pasan a través del tracto gastrointestinal de un frugívoro.

Lamperty y el autor principal Berry Brosi, profesor asociado de biología de la Universidad de Washington, analizaron un conjunto de datos publicado en 2017 que incorporó datos sobre la dieta y la distribución de vertebrados que comen frutas en el Bosque Atlántico. Los datos, compilados a partir de 166 estudios que abarcan más de medio siglo, permitieron a Lamperty y Brosi pintar una imagen completa de las interacciones entre cientos de especies frugívoras, 331 en total, y 788 especies de árboles.

"Como referencia, todo el estado de Washington solo tiene 25 especies de árboles nativos", dijo Lamperty.

Lamperty y Brosi dedujeron cuán importantes son esas especies frugívoras para el bosque al modelar cuántas especies de árboles se quedarían sin socios de dispersión de semillas si ciertos frugívoros se extinguieran. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, solo el 14% de las especies frugívoras que analizaron están en peligro de extinción, pero perderlas dejó a alrededor del 28% de las especies de plantas que analizaron sin un medio para dispersar las semillas. La pérdida de frugívoros en peligro de extinción condujo a un resultado peor que perder incluso frugívoros "generalistas", que comen frutas y nueces de una variedad de especies y anteriormente se creía que eran el grupo más importante de frugívoros para las redes de dispersión de semillas.

"Muchos frugívoros son generalistas. Pero en el Bosque Atlántico, resulta que muchas plantas son especialistas", dijo Brosi. "El tamaño y la dureza de su fruto y su distribución en el bosque realmente pueden limitar qué animales pueden desempeñar este importante papel para ellos".

Casi el 55% de las especies de plantas especializadas en el conjunto de datos se basaron únicamente en frugívoros en peligro de extinción para dispersar sus semillas.

Perder una especie, como un frugívoro en peligro de extinción, ya es bastante malo. Pero este estudio sirve como un recordatorio de que lo que parece ser una pérdida tiene numerosos "efectos secundarios", dijo Lamperty. Los investigadores no siempre conocen estos efectos hasta que se realizan estudios en profundidad que abarcan años e incorporan muchas especies vinculadas por diferentes interacciones, como esta. Eso también puede mantener al público inconsciente sobre las consecuencias a largo plazo de perder especies en peligro de extinción.

"Es un recordatorio de que debemos tratar de comprender mejor qué roles e interacciones ecológicas perdemos cuando desaparecen los animales en peligro de extinción, no solo estas redes de dispersión de semillas, sino también otros roles", dijo Lamperty. "Los animales en peligro de extinción han coevolucionado con muchas especies en estos ecosistemas, y no estoy seguro de que sepamos lo suficiente sobre los roles que desempeñan en la salud y el bienestar de lugares como el Bosque Atlántico".

"Es un hallazgo alarmante, y una señal de que deberíamos prestar más atención a estas interacciones entre especies al considerar la conservación y la protección de la tierra", dijo Brosi.

El estudio fue financiado por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, la Universidad de Emory y la Universidad de Washington.

Fuente de la historia:

Materiales proporcionados por la Universidad de Washington. Original escrito por James Urton.

Referencia de la revista:

Therese Lamperty, Berry J. Brosi. La pérdida de frugívoros en peligro de extinción de las redes de dispersión de semillas genera una grave interrupción del mutualismo. Actas de la Royal Society B: Ciencias Biológicas, 2022; 289 (1984) DOI: 10.1098/rspb.2022.0887

Cite esta página:

Universidad de Washington. "Los animales frugívoros en peligro de extinción desempeñan un papel descomunal en un bosque tropical; perderlos podría tener consecuencias nefastas". ScienceDaily. ScienceDaily, 12 de octubre de 2022. <www.sciencedaily.com/releases/2022/10/221012163427.htm>.

14
Oct
2022

milano negro

Varios centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas han analizado los hongos presentes en lesiones de la cavidad oral de pollos de estas aves en la Comunidad de Madrid y en Doñana. Conocer su incidencia puede servir como indicador de la salud de las mismas y del estado conservación de su hábitat

Un estudio con participación de la Estación Biológica de Doñana (EBD), del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) y del Real Jardín Botánico (RJB), centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), publicado en la revista Science of the Total Environment, muestra que la presencia de hongos patógenos oportunistas en lesiones localizadas en la cavidad oral de los pollos de milano negro, Milvus migrans, se incrementa cuanto más degradado esté el hábitat en el que se desarrollan en los nidos.

El trabajo, que se ha llevado a cabo en el Parque Regional del Sureste de Madrid, donde los milanos anidan cerca de los ríos Manzanares y Jarama, y en el Parque Nacional de Doñana, tiene interesantes aplicaciones en conservación ya que el nivel de afección y las especies de hongos detectadas en las aves pueden emplearse como indicadores del grado del deterioro de un hábitat.

“Las aves carroñeras como el milano negro están más expuestas a sustancias tóxicas de origen antrópico. Además, esta especie es un buen modelo de estudio del impacto de las actividades humanas en los animales ya que no solo aparece en hábitats más preservados sino también en zonas más alteradas. La exposición de las crías a los agentes contaminantes asociados a estas áreas puede alterar la composición de su microbiota y tener consecuencias negativas en la salud de los individuos cuando son adultos”, explica Aida Pitarch, investigadora en la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Fabrizio Sergio, investigador en la EBD, apunta: “En esta investigación, estudiamos la presencia de lesiones en la cavidad oral de 38 polluelos procedentes de una zona muy degradada del sureste de Madrid, donde los milanos anidan en los bosques fragmentados y contaminados cercanos a los ríos Manzanares y Jarama, y la comparamos con la de 105 polluelos del Parque Nacional de Doñana, en Huelva”.

“Los resultados mostraron que el 36,8 % de los polluelos procedentes de Madrid presentaban lesiones en la cavidad oral, mientras que no estuvieron presentes en ninguno de los polluelos de Doñana”, añade el investigador.

Mayor incidencia de hongos patógenos oportunistas en Madrid

Estudiaron, en conjunto, las diferencias en la composición de la comunidad de hongos presentes en la cavidad oral de 48 polluelos, con y sin lesiones, del área de Madrid y de la zona de Doñana.

Según Javier Diéguez-Uribeondo y Laura Martín-Torrijos, investigadores ambos del Real Jardín Botánico y coautores del estudio: “Observamos que la incidencia de hongos patógenos oportunistas fue mayor en el área de Madrid que en la de Doñana. Además, identificamos especies de hongos que pueden conferir protección frente a estos patógenos en los polluelos sin lesiones procedentes de Madrid, así como en los de Doñana. El que los dos tipos de hongos estén afectando a las aves era esperable en ambientes deteriorados y contaminados”, añaden .

“Las conclusiones extraídas en el estudio nos indican que el análisis de la micobiota de los polluelos de los milanos puede servir para medir el estado del hábitat de estas aves, así como la evolución de las comunidades de hongos patógenos y el riesgo de enfermedad oral en las mismas”, enfatizan.

Referencia:

Pitarch, A.. "Fungal signatures of oral disease reflect environmental degradation in a facultative avian scavenger". Science of the Total Environment

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