Ecología, gestión y protección de la fauna silvestre

27
May
2018

La tala sistemática de bosques para disponer de tierras de labranza y la persecución a que fue sometido el lobo hace aproximadamente un siglo en algunas zonas de Norteamérica, provocó que la densidad de sus poblaciones experimentara un fuerte descenso. Como consecuencia, a los lobos cada vez les resultó más difícil encontrar parejas reproductoras y empezaron a reproducirse con perros y coyotes. Normalmente ni unos ni otros hubieran llegado a los bosques por los que merodeaba el lobo, pero los coyotes lo hicieron gracias al descenso de la densidad de arbolado provocado por la tala, y los perros fueron llevados a esas zonas por los agricultores que aclaraban el bosque.

La hibridación entre individuos de diferentes especies animales no suele dar lugar a ejemplares fértiles. Sin embargo, este no ha sido el caso que nos ocupa; los híbridos de lobos, coyotes y perros, a los que en inglés les han dado el nombre de coywolf (coywolves en plural) son una excepción. En Norteamérica hay millones de estos coyotes híbridos o coyotes orientales, como también los llaman. Empezaron a extenderse desde el sur de Ontario, ocuparon el noreste de los Estados Unidos y se extienden ahora hacia el sureste. Han penetrado incluso en áreas urbanas, como Boston, Washington o Nueva York.

coywolf

La ocupación de entornos metropolitanos puede haber sido facilitada por la herencia canina, ya que los perros toleran el ruido y la presencia de la gente, algo que no es del agrado de coyotes y lobos. Por otra parte, pueden llegar a tener doble tamaño que un coyote normal, y tienen mandíbulas más grandes, más masa muscular y extremidades más potentes y rápidas. Un coywolf puede abatir un venado con facilidad, y un grupo de ellos, dar caza a un alce. Los coyotes, al contrario que los lobos, no son proclives a adentrarse en el bosque. Sin embargo, el coyote híbrido se desenvuelve con similar comodidad en el bosque y en las zonas abiertas.

La hibridación, además, parece haber ayudado a los coyotes orientales a ampliar su dieta, ya que no rechazan alimentos que los individuos de las estirpes originales no consumen. Los coywolves comen calabazas, sandías y otros vegetales; también consumen roedores y mamíferos pequeños en general. En los parques urbanos cazan ardillas y hasta mascotas, como gatos, de los que no dejan ni el cráneo. Acceden a las urbes a través de las vías de ferrocarril y aprenden a cruzar las carreteras de tráfico rápido mirando a los dos lados antes de hacerlo. Y han adoptado un modo de vida nocturno, de manera que no provocan el rechazo de la población.

Dos terceras partes del genoma de los coywolves es de la estirpe de los coyotes, una cuarta parte es herencia lobuna, y el resto, un décima parte aproximadamente, procede de los perros. Ante esos datos ¿cabría hablar de una nueva especie animal? ¿O sería más adecuado considerar que la especie sigue siendo el coyote? No son preguntas de fácil respuesta. Los humanos tendemos a clasificar, a asignar los objetos y los seres vivos a unas categorías determinadas, a meterlos en “cajones” que hemos definido de acuerdo con criterios que nos resultan útiles. Pero muchas veces la realidad, la naturaleza, se resiste a ese ejercicio; se resiste a dejarse meter en cajones, porque no hay fronteras claras, nítidas, evidentes. Es cierto que éste, al haber sido provocado por la acción humana, es un caso especial, pero en la naturaleza hay más ejemplos. Y es que aunque a nosotros los moldes puedan resultarnos cómodos, la naturaleza, en ocasiones, se resiste a aceptarlos.

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Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU

Fuente.- Cultura Científica

24
May
2018

A finales del otoño de 2011 Slavc abandonó a su familia y, desde el sur de Eslovenia, se dirigió hacia el Norte. A finales de diciembre atravesó la frontera con Austria y el día de Año Nuevo cruzó a nado el río Drava. Unos días después y ya en plenos Alpes, se encaminó hacia el Oeste hasta que, en Febrero de 2012, cruzó la frontera con Italia y se dirigió hacia el Suroeste. En abril y tras merodear por las afueras de la ciudad de Verona, concluyó un periplo de centenares de kilómetros en el Parque Natural Regional de Lessinia, en los Apeninos. Slavc es un lobo, uno de los casi 4.000 que viven en los Balcanes.

 

viaje en invierno

 

El viaje de Slavc fue trazado mediante un rastreador colocado en su cuello unos meses antes de que abandonase los bosques eslovenos. Para los ecólogos que lo rastrearon durante el invierno de 2011 y 2012, un viaje tan largo fue una verdadera sorpresa. Pero aparte de los datos concretos que proporcionó a los investigadores, ese viaje es importante por lo que significa. Los lobos son capaces de desplazarse a través de largas distancias y de hacerlo entre poblaciones muy distantes, y eso es hoy posible gracias a la recuperación que han experimentado en las últimas décadas. Junto con otras especies de grandes carnívoros, como el oso pardo o el lince eurasiático, el lobo estuvo a punto de desaparecer del continente europeo a mediados del siglo pasado.

Los gobiernos europeos han implantado medidas que han permitido una importante recuperación de las poblaciones de esos grandes mamíferos. Las más importantes han sido las de protección y la reintroducción de nuevos individuos en zonas de las que habían desaparecido. Gracias a ellas ha aumentado el número de efectivos de las poblaciones preexistentes, y nuevas zonas van siendo ocupadas de forma progresiva. Se estima que hoy hay en Europa unos 12.000 lobos, 17.000 osos pardos y 9.000 linces eurasiáticos. Para calibrar lo que significan esas cifras, recordemos que sobreviven en África 32.000 leones y en la India quedan menos de 2.000 tigres. Las cifras de los carnívoros europeos son, por comparación, importantes y es posible que sigan aumentando en los años próximos.

Pero en este panorama no todo son buenas noticias. No todo el mundo se alegra de que haya cada vez más fauna salvaje en el territorio europeo. Los ganaderos de las zonas frecuentadas por lobos y osos pardos, principalmente, se quejan de que los ataques al ganado causan un gran daño. No hay datos oficiales de la magnitud real del problema, pero según estimaciones extraoficiales, cada año se perderían entre 50.000 y 100.000 cabezas, la mayor parte de ellas de ganado ovino. Y aunque los gobiernos destinan importantes cantidades de dinero a compensar a los ganaderos por las pérdidas que ocasionan los ataques, no son suficientes según la opinión de éstos.

Esta es una de esas situaciones en las que se produce una colisión de derechos; está, por un lado, el de propiedad de los ganaderos y, por el otro, el de la ciudadanía a conservar y disfrutar del patrimonio natural. Es muy difícil que las tensiones entre conservacionistas y ganaderos desaparezcan, pero los gobiernos procuran que, al menos, esas tensiones no revistan excesiva gravedad. Intereses particulares al margen, unos y otros cumplen funciones valoradas por la ciudadanía. Slavc finalizó su viaje emparejándose con una loba de la población italiana, con la que tuvo una primera camada de lobeznos. Sería triste que acabara sus días abatido por pastores temerosos de que él u otros lobos vayan a atacar a sus ovejas.

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Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU

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Este artículo fue publicado el 26/10/14 en la sección con_ciencia del diario Deia

Fuente.- Cultura Científica

02
Abr
2018

El último número publicado de la revista Unasylva está dedicado a la gestión sostenible de la vida silvestre. Pocos temas hay para los forestales tan complejos y controvertidos, pues en él se juntan los intereses de las poblaciones rurales, los cazadores, los conservacionistas, los naturalistas y el público en general. Lograr una gestión que compatibilice todos estos puntos de vista, con frecuencia contradictorios, es una materia muy compleja.

 

La revista en sus distintos artículos, intenta tocar las diversas facetas que tiene esta problemática; desde la caza de trofeos, la conservación de las especies, su influencia como medio de ingresos y comida para las poblaciones rurales, que con mucha frecuencia viven en un estado de pobreza, la CITES y el comercio internacional de fauna silvestre, los conflictos que la fauna silvestre puede generar al dañar a la agricultura y ganadería de las poblaciones rurales, junto con ejemplos reales de ordenación cinegética y manejo de especies protegidas, obtenidos de diversas partes del mundo, con ejemplos en que la gestión forestal encaminada a la producción de madera pude compatibilizarse con la conservación de las especies protegidas.

 

Un número cuya lectura es recomendable para los gestores de la caza, de especies protegidas,  y para los ingenieros ordenadores.

 

 

Se puede leer en la página FAO.org

 

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