Política Forestal

24
Nov
2022

escudo Castilla y León

Medio Ambiente pretende implantar un inventario forestal continuo para mejorar el conocimiento de la masa arbórea

La Junta de Castilla y León inicia el periodo de información pública del decreto que regula la planificación y ordenación forestal en la comunidad.

El decreto presenta como novedad la implementación de un inventario forestal continuo, que mejorará el conocimiento de las masas forestales de Castilla y León, la adaptación de nuevas tecnologías que hagan más eficiente la planificación forestal y permitir a los montes con superficie de menos de 100 hectáreas ordenarse mediante la adhesión a un referente selvícola.

Con los instrumentos de planificación y ordenación forestal se quiere buscar la gestión sostenible, la conservación y mejora de las masas forestales, y la protección y puesta en valor del patrimonio.

Con la planificación se regulan los aprovechamientos, maderables y no maderables, en el espacio y en el tiempo, permitiendo una continuidad de rentas al propietario, y una mejora y protección de las masas forestales, que mejora su resiliencia al cambio climático, a los incendios forestales y a posibles plagas y enfermedades. La planificación es un proceso continuo y revisable en el tiempo, donde cada 10 ó 15 años se renuevan los documentos, se analizan las actuaciones realizadas y se planifica de nuevo a futuro para alcanzar los objetivos económicos, sociales y medioambientales establecidos.

Según destacan desde la Consejería de Medio Ambiente, “es necesario que la planificación forestal se adapte a los nuevos retos, oportunidades y amenazas que surjan, así como a las demandas de la sociedad. Por este motivo se desarrolla este nuevo decreto.

El texto íntegro del proyecto estará disponible en la dirección Información Pública . Se podrán presentar alegaciones en formato electrónico, pero la fecha límite para hacerlo es el 16 de diciembre.

22
Nov
2022

fao

TIINA VÄHÄNEN  AMY DUCHELLE

12 NOV 2022

El apoyo a políticas púbicas de protección, restauración y gestión sostenible de los bosques es cada vez más necesario para contrarrestar el calentamiento global. Una posible solución se encuentra en manos de las comunidades que se encargan de salvaguardar la vegetación

La historia demuestra que, en épocas de crisis, el ser humano es capaz de aprender rápidamente a pensar y hacer las cosas de formas nuevas y mejores. Este es uno de esos momentos. El mundo se enfrenta a una crisis existencial debido al cambio climático, y debemos aprender a proteger, restaurar y gestionar los ecosistemas naturales de una manera sostenible. La forma en que nos adaptamos al calentamiento global es una parte clave de la agenda de la Conferencia sobre el Cambio Climático de Sharm el Sheij o COP27, que ahora mismo domina el debate mundial.

A medida que se cierra la ventana de oportunidades para mantener la temperatura global por debajo de 1,5 °C, las estrategias de adaptación han tendido a centrarse en soluciones tecnológicas en lugar de aquellas que la naturaleza puede proporcionar. Los bosques y los árboles, por ejemplo, son ampliamente reconocidos por su potencial para mitigar los efectos del cambio climático. Su capacidad de almacenamiento de carbono los convierte en vitales para lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 13, enfocado en la acción por el clima.

Pero los bosques hacen mucho más que eso: son tan cruciales para garantizar los suministro de aguas como para reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero. Además, regulan las precipitaciones, estabilizan los climas locales y protegen las tierras costeras de la erosión. También proporcionan alimentos, combustible, madera y forraje para los animales, y reducen los riesgos e impactos del clima extremo en las comunidades locales.

La presencia cada vez más amplia de zonas forestales puede proporcionar un sistema de apoyo vital para millones de personas en todo el mundo. Esa función será cada vez más importante, a medida que las temperaturas aumenten y el clima se vuelva más inestable.

Es hora de invertir en los bosques y los árboles, así como en los pueblos indígenas y las comunidades locales que los gestionan. Esta debería ser una estrategia para adaptarnos a los efectos del incremento de temperaturas y hacer frente al aumento en los riesgos y la imprevisibilidad.

Se debe priorizar la protección, la restauración y la gestión sostenible de los bosques, y deben financiarse como una parte esencial de las políticas nacionales de adaptación y resiliencia. Parte de esto centrarse en una estrategia que ayude a la propia vegetación a adaptarse a los riesgos crecientes que enfrentan por el cambio climático, como los incendios forestales, las plagas, brotes de enfermedades y sequías.

Debemos trabajar con las comunidades locales para desarrollar formas innovadoras de gestionar los bosques y los árboles en previsión de estos riesgos. Si se invierte en el cuidado y conservación de la vegetación de esta manera, se podrían reducir los riesgos vinculados al clima y los impactos negativos sobre la vida humana. Esto también preservaría de la vegetación para seguir actuando como sumideros de carbono.

Promover la adaptación de la vegetación ha sido un trabajo desarrollado por varios expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Centro de Investigación Forestal Internacional - Centro Mundial de Agrosilvicultura (CIFOR-ICRAF). Ellos han elaborado diez principios para orientar a los responsables de la toma de decisiones sobre el uso de los bosques y los árboles. Uno de estos principios se centra en la integración de políticas, o en vincular la gestión de las áreas verdes con otras políticas que abordan los riesgos relacionados con el clima.

En el informe, esto se ilustra a través del caso de Colombia —país donde la mitad de los bosques se encuentran en territorios indígenas— que promueve la silvicultura comunitaria como una forma de cumplir con las metas de adaptación y mitigación. Los fondos vinculados al éxito de este país en la reducción de la deforestación se emplean para fortalecer las organizaciones forestales comunitarias, ayudarlas a acceder a los mercados para sus productos y mejorar la supervisión local de los bosques.

Los pueblos indígenas y las comunidades locales tienen el conocimiento y la experiencia para convertirse en los agentes de cambio que ayudarán a la humanidad a prosperar frente a la adversidad extraordinaria. Queda claro que, con el apoyo adecuado, las empresas forestales comunitarias pueden progresar, los paisajes degradados se pueden restaurar y se pueden proteger los bosques. Estas estrategias de adaptación dirigidas localmente son esenciales para apoyar los medios de vida y la existencia de vegetaciones resilientes en un mundo cambiante.

Tiina Vähänen es directora adjunta de la División Forestal, y Amy Duchelle es oficial forestal superior de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

12
Nov
2022

 

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), ha puesto en información pública hasta el 4 de noviembre de 2022 un paquete de medidas para mejorar la planificación y gestión de los bosques. Se trata de la Estrategia Forestal Española Horizonte 2050, el Plan Forestal Español y las directrices básicas comunes de gestión forestal sostenible, iniciativas orientadas a actualizar de forma integral la planificación forestal española.

Los documentos pueden consultarse a través de este enlace.

Esta revisión integral de la planificación forestal estratégica española se encuentra incluido dentro del paquete de reformas asociado al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

14
Nov
2022

Science Daily thumb

Fecha: noviembre 9, 2022

Fuente: Universidad de Lund

Resumen:

Casi una cuarta parte del último bosque antiguo desprotegido de Suecia se taló entre 2003 y 2019. A este ritmo, todos estos bosques ecológicamente únicos y valiosos se perderán en unos 50 años. Estos hallazgos se suman al creciente cuerpo de evidencia de la degradación críptica generalizada de los bosques en todo el norte global.

   

HISTORIA COMPLETA

Casi una cuarta parte del último bosque antiguo desprotegido de Suecia se taló entre 2003 y 2019. A este ritmo, todos estos bosques ecológicamente únicos y valiosos se perderán en unos 50 años. Estos hallazgos se suman al creciente cuerpo de evidencia de la degradación críptica generalizada de los bosques en todo el norte global.

Una pequeña fracción de los bosques de Suecia consiste en bosques más antiguos que nunca antes habían sido talados. Estos ecosistemas raros tienen una rica biodiversidad y nos dan una valiosa visión del funcionamiento de los paisajes naturales del norte antes de las intervenciones humanas generalizadas.

Un nuevo estudio publicado en la revistaEarth's Futureha descubierto evidencia de que casi una cuarta parte de los pocos bosques restantes de este tipo se perdieron entre 2003 y 2019, lo que equivale a una pérdida del 1,4% por año. Este cambio en el uso de la tierra no está bien documentado en todos los países del norte. Gracias a un conjunto de datos excepcionalmente rico, pudimos investigar este problema para Suecia y obtener resultados tan claros, dice Anders Ahlström, profesor asociado de la Universidad de Lund, Suecia.

En el estudio, el equipo de investigación combinó los datos del inventario forestal nacional sueco sobre la edad del bosque de más de 90,000 parcelas de inventario forestal con una base de datos del gobierno que documenta casi un millón de talas individuales desde 2003.

Encontraron que el 19% de todas las talas rasas habían ocurrido en bosques que son lo suficientemente antiguos como para ser anteriores al inicio de la tala a gran escala y, por lo tanto, lo más probable es que nunca se hayan talado con la posterior plantación o siembra. Esto ha ocurrido a pesar del hecho de que la mayoría de los bosques productivos suecos están incluidos dentro de alguna forma de certificación de productos forestales que prioriza la conservación de bosques con altos valores ecológicos.

"Al ritmo actual de la tala, el último de estos bosques antiguos y desprotegidos desaparecerá en Suecia en la década de 2070. Esta pérdida de bosques naturales antiguos definirá nuestros paisajes durante siglos, porque los bosques suecos y otros bosques boreales crecen muy lentamente", dice Anders Ahlström.

Las consecuencias de esta pérdida para la biodiversidad y la sociedad sueca son difíciles de calcular.

"Dado que estos bosques más antiguos son una porción relativamente pequeña y que se reduce rápidamente del paisaje forestal más amplio, la oportunidad de estudiar estos sistemas para comprender lo que estamos perdiendo está desapareciendo rápidamente", dice Daniel Metcalfe, profesor de la Universidad de Umeå, Suecia.

No podemos permitirnos perder más bosques antiguos del mundo debido al insaciable apetito de recursos de la humanidad. Los bosques maduros desempeñan un papel clave en la conservación de la biodiversidad y la estabilidad planetaria frente al rápido cambio climático ", dice Pep Canadell, Director del Proyecto Global de Carbono CSIRO en Australia.

La tala de bosques naturales más antiguos parece estar muy extendida en la mayoría de los países del norte, pero ha habido poco monitoreo de la distribución y el alcance de esta práctica, principalmente porque no hay mapas oficiales de la ubicación y extensión de los bosques y que el bosque boreal natural es difícil de distinguir en las imágenes satelitales. En comparación, la mayoría de los tipos de conversión del uso de la tierra en los trópicos pueden detectarse con precisión mediante satélites, por lo que los datos sobre la tasa y los patrones de deforestación tropical y conversión de tierras se han convertido en una herramienta eficaz para evaluar el progreso ambiental en esos países.

"La deforestación y la pérdida de bosques prístinos en el Amazonas y otras partes del mundo ha provocado fuertes críticas, sin embargo, también se están produciendo ante nuestros ojos pérdidas equivalentes de bosques antiguos en Suecia y en todo el norte global. Debemos mapear urgentemente estos bosques antiguos en toda la región boreal y desarrollar estrategias para conservarlos. De lo contrario, estos ecosistemas únicos desaparecerán antes de que hayamos podido evaluar su clima, biodiversidad y valores culturales", concluye Anders Ahlström.

Fuente de la historia:

Materiales proporcionados por la Universidad de Lund.

Referencia de la revista:

Anders Ahlström, Josep G. Canadell, Daniel B. Metcalfe. Conversión generalizada no cuantificada de viejos bosques boreales en plantaciones. El futuro de la Tierra, 2022; 10 (11) DOI:10.1029/2022EF003221

Citar esta página:

Universidad de Lund. "Un estudio descubre la tala generalizada y continua de bosques antiguos suecos". ScienceDaily. ScienceDaily, 9 de noviembre de 2022.

<www.sciencedaily.com/releases/2022/11/221109124255.htm>.

03
Nov
2022

 

Autoría

Fernando Rodríguez López; Profesor de Economía del Medioambiente, Universidad de Salamanca

La transformación de bosques en cultivos, la desaparición de hábitats por ocupación del territorio y el agotamiento de acuíferos por sobreexplotación disminuyen nuestra capacidad para satisfacer necesidades y, por tanto, nuestro bienestar. A pesar de ello, el deterioro ambiental aún no está integrado en el principal índice que mide el bienestar material de los países: el producto interior bruto (PIB).

El mayor problema siempre ha sido la unidad de medida: el PIB se mide en términos monetarios (euros, dólares, etc.), pero la pérdida de recursos ambientales se produce en hectáreas de bosque desaparecidas, especies malogradas o hectómetros cúbicos de agua perdidos.

Puesto que con el deterioro del medio ambiente perdemos riqueza y bienestar, ¿cómo podemos incorporarlo en los indicadores económicos?

¿Qué mide el PIB?

El producto interior bruto contabiliza el valor de todos los bienes y servicios finales que produce una economía (un país o una región) en un año. Por ejemplo, fue de 1,2 billones de euros en España en 2021. El PIB es un buen indicador para conocer la evolución del sector productivo de un país y, como tal, un buen elemento de diagnóstico de problemas económicos.

También es habitual aceptarlo naturalmente como medida del bienestar material: si el país produce más, puesto que la renta sigue un flujo circular, también habrá más renta disponible para adquirir bienes y servicios con los que satisfacer necesidades.

Sin embargo, siempre se recuerda a los estudiantes en los cursos de introducción a la economía que la relación entre PIB y bienestar material no debe ser tomada al pie de la letra. Por un lado, el reparto de renta no es igual para todos. Por otro lado, el bienestar de una sociedad no sólo proviene del consumo individual, sino también de bienes y servicios compartidos y solidarios.

En cualquier caso, estos argumentos no invalidan el hecho de que el PIB recoge producción y renta generada, lo que mantiene su vinculación con el bienestar material, aunque sea con matices.

¿Cuánto nos cuesta el deterioro ambiental?

Como las unidades de medida de pérdidas ambientales no son fáciles de integrar, lo que se ha venido haciendo hasta ahora es considerarlas como información adicional, en forma de cuentas satélite acompañando a las cifras de PIB. Presentar los daños a la naturaleza mediante cuentas satélite es claramente mejor que no proporcionar información alguna, pero es una forma un tanto limitada de hacerlo.

Cuando en 1997 comenzó a asentarse un nuevo paradigma de valoración económica de los servicios ecosistémicos con los trabajos del economista Robert Costanza y la bióloga Gretchen Daily, se abrió también un nuevo escenario que permitiría medir en euros del deterioro ambiental debido a actividades humanas o a catástrofes, y, con ello, de la correspondiente pérdida de bienestar asociada.

La consolidación de métodos de valoración y sistemáticas de servicios ecosistémicos, la creciente disponibilidad de información sobre su valor y, sobre todo, la aparición de varias iniciativas institucionales y gubernamentales en esta línea, llevarán a que en los próximos años podamos contar con estimaciones en unidades monetarias (euros, dólares…) de nuestro impacto positivo o negativo sobre la naturaleza. Estas matizarán la información que podemos obtener del PIB como medida del bienestar de forma mucho más efectiva que las cuentas satélite medioambientales.

El valor del capital natural

La manera de hacerlo más similar a como se calcula el PIB sería estimando el valor total de los servicios ecosistémicos generados en el país por la naturaleza en un año, es decir, el valor de los servicios ecosistémicos de aprovisionamiento, de regulación y culturales.

Podríamos llamar a esta variable producto del capital natural. Su variación de un año para otro indicaría una mayor o menor capacidad de disfrute de servicios ecosistémicos y, por consiguiente, un aumento o disminución del bienestar que obtenemos de la naturaleza.

Lógicamente, la destrucción de ecosistemas conduciría a un menor valor de los servicios ecosistémicos anuales y, por tanto, a un menor PCN. Las actuaciones de recuperación o restauración del capital natural lo aumentarían.

El análisis conjunto del PIB y el PCN permitiría concluir si el crecimiento económico del país se ha realizado de forma sostenible o si, por el contrario, se ha hecho a costa de perder capital natural y sacrificar, por tanto, un bienestar tan real como el que dan los bienes materiales pero que no pasa por el mercado.

Primeros pasos en la buena dirección

No es una utopía teórica, ni estamos tan lejos de lograrlo. En marzo de 2021 Naciones Unidas adaptó el Sistema de Contabilidad Económica y Ambiental vigente desde 2012 para basarlo en contabilidad de ecosistemas, orientado a contabilizar flujos de servicios de los ecosistemas y dejando abierta la puerta a su valoración monetaria.

Algunos países, como Canadá y Australia están ya adaptando sus sistemas de contabilidad nacional a este nuevo paradigma.

Más recientemente, además de con mayor visibilidad mediática, en abril de 2022 el Gobierno de Joe Biden anunció un Plan Estratégico sobre Estadísticas para Decisiones Económico-Ambientales con el objetivo de obtener “cuentas de capital natural” que midan los cambios en el valor económico de los recursos ambientales.

Todos ellos son pasos muy significativos en la buena dirección. ¿Nos acostumbraremos por fin a dejar de mirar al PIB como indicador directo del bienestar y a reivindicar el cálculo del PCN para tener una información más realista y útil?

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